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El sitio de mi recreo, Belencito

Podría contarte demasiadas cosas de Belencito – Boyacá – Colombia, pero por mucho que te dijera, no vislumbrarías lo fantástico que fue crecer en aquel mágico lugar donde todos éramos amigos y los que no vivían allí nos envidiaban, porque no solo era un espacio físico con las comodidades que cualquiera podía desear, sino que fuimos una gran familia donde compartimos muchas alegrías y algunas penas, que también las tuvimos, no todo fue “mundo feliz”, pero al ponerlas en la balanza de la vida, pesan más las buenas vivencias.

Mi familia es paisa, compuesta en ese entonces por mis padres, dos hermanos y yo. Veníamos procedentes de Medellín y llegamos a finales de 1969 o principios del año 1970, porque recuerdo que inicié mi escolaridad en el kínder del Colegio Nuestra Señora de Belencito en febrero de ese mismo año.


La empresa Acerías Paz del Río S.A. nos ofreció las mejores condiciones de vida que cualquier familia hubiera podido desear. El conjunto residencial contaba con todas las comodidades que se necesitaban, a saber: Casas bonitas y con derecho a mantenimiento gratuito como pintura cada cuatro años y reparación de cualquier avería que se presentara, ya fuera eléctrica o de fontanería, bastaba llamar a “Locativas” y enviaban a un operario para que la reparara. Teníamos además un mini Supermercado: “Mi Placita”, en el que se encontraban la mayoría de los productos básicos de la canasta familiar. En el Fondo de Empleados que tenía almacén, se podían adquirir artículos tales como vestuario para toda la familia, útiles escolares, etc., a unos precios muy favorables. Había también Panadería en la que conseguíamos el pan francés y las mogollas para el algo, porque nosotros como buenos paisas desayunábamos con arepa, pero si algún día apetecía el pan por la mañana, desde las 6:00 a.m. ya estaba abierta. Contábamos también con teatro: “La Colada”, en el que proyectaban películas los fines de semana y en ocasiones se utilizaba para los actos de clausura de fin de curso, presentaciones de la academia de baile de Luisita y actos culturales en general. Estaba la Sede Social que era un sitio de reunión de adultos, adolescentes y niños en los que encontrábamos restaurante, bar, cafetería, piscina, sauna, bolos, mesas de ping-pong, billares, y amplias zonas verdes para la recreación y esparcimiento; y el Círculo Francés, que era otro sitio de encuentro, principalmente para adultos, ofrecía servicio de restaurante y bar. Los niños tenían su Parque Infantil con diferentes atracciones como el rodadero, la rueda volante, columpios, etc. En Belencito contábamos también con dos colegios para la educación básica primaria: Colegio Nuestra Señora de Belencito que en mi época era femenino y el Colegio de Varones; y teníamos Servicio de Transporte para los hijos de los empleados a los diferentes planteles educativos donde cursamos el bachillerato en Sogamoso y Duitama. Había una Unidad Deportiva con canchas de fútbol, tenis, básquet y pista de atletismo; así como Iglesia, Museo y Hospital. Pero lo mejor era la seguridad y tranquilidad que teníamos, ya que era unidad cerrada con portería de acceso y vigilancia privada las 24 horas.



Fue una época maravillosa de mi vida, viví allí mi niñez y adolescencia hasta los 16 años que me fui a estudiar a Medellín.

Conservo todavía amigos de aquella época con los que mantengo contacto frecuente a través de las redes sociales, y con algunos nos hemos encontrado personalmente después de casi 40 años de no vernos, el cariño sigue intacto, y ha sido como si hubiéramos dejado de vernos la semana anterior, el tiempo y la distancia no han hecho ninguna mella en nuestra amistad.

Recuerdo con nostalgia las clases de ballet donde Luisita y jugar con mis vecinas las Díaz o monopolio y otros juegos de mesa en la casa de las Rico; el concurso de alumbrados y pesebres en diciembre y el Halloween, la disfrazada y pedida de dulces era lo máximo; también las acampadas con los Scout en los dos arbolitos, toda una aventura. Y como olvidar las horas de charla interminables con mi barra de amigos, entre los que estaban Ximena, Marcos, los Vega, Germán, Juan Pablo, las Cardona, Ruth Adriana, Chachi y el Mono Gordillo, nos reuníamos casi siempre en el farol de la esquina de los Vega o en casa de alguno para ver diapositivas, tomar Coca Cola y escuchar a la Pequeña Compañía. O las idas a la casa de Enrique y Oswaldo para poner a punto los pichirilos y las fiestas en el Círculo Francés y en casa de los Sánchez y las Alaíx.

Mis sitios favoritos de Belencito eran la Sede Social, el prado en la esquina de Los Vega donde nos daban las tantas de la noche hablando con los amigos y la Vuelta al Amor. Pero no me gustaba ir al hospital, ni siquiera de visita. Si hay algo negativo podría decir solamente que allí le cogí miedo a las agujas, porque me daba pavor cada vez que me tenían que sacar sangre, todavía recuerdo el Laboratorio del Hospital como el lugar donde pasaban todos los horrores, pero a lo mejor es que asocio ese sitio con enfermedad.

No volví jamás a Belencito después de que mi papá terminó su relación laboral con Acerías Paz del Río S.A. en 1984, pero por vídeos en YouTube, fotos y vídeos que comparten amigos en Facebook, he visto que está en ruinas, han tumbado casas y prácticamente está siendo devorado por la manigua. Es una pena.

En Belencito aprendí a leer y escribir, a bailar, a nadar, a conducir. También me enamoré y me besaron por primera vez.

Belencito es lo mejor que me ha pasado, y estoy infinitamente agradecida a la vida por brindarme esa época maravillosa. Fue especial para mí y dejó una gran huella, gracias a mi vivencia allí soy la persona que soy.

He dicho varias veces en mis redes sociales que Belencito es un lugar mágico, que, por alejado en el tiempo y la distancia, a veces creo que lo inventé.

Comentarios

  1. Somos legión los que como tu, pudimos tocar el cielo c0n las manos en Belencito. Y somos más, los que como tu, nunca volvimos. Una gran contradicción si lo miras con detalle..

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    1. Claro que es una contradicción, pero creo que nunca volvimos y en mi caso jamás lo haré, para conservar intacto en mi memoria ese recuerdo maravilloso de como era nuestro amado Belencito.

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